Alicia en el país de las maravillas es una novela trascendental para entender buena parte del género fantástico, marcó muchas de las formas en las que novelas posteriores habrían de basarse. Un adolescente común ingresa a un mundo fantástico. El mundo, además de albergar una serie de aventuras para el protagonista, también lo hace sufrir transformaciones que le obligan a preguntarse quién es. Cuando el mundo parece idóneo para el advenedizo, este se torna siniestro, peligroso y hasta dañino, el único escape y el encuentro de la identidad, se encontrará en el deseo de regresar a casa. Tras el retorno, el protagonista ya no es el niño de antes, ha aprendido algo, ha abandonado el mundo infantil y puede incorporarse de mejor forma a su mundo. Esta estructura se puede encontrar en el Hobbit, La historia interminable, Harry Potter, Las crónicas de Narnia, Charlie y la Fábrica de chocolates y muchas otras más.
En esta tradición de viajes fantásticos y formativos se incrusta El regreso del gato, una película que con mucha fidelidad rescata todos los elementos de estos tipos de relatos, en una estrepitosa épica felina. La historia se centra en Haru, una estudiante que sólo se limita a ir y venir por la vida sin destacar, en clase sólo llama la atención por su impuntualidad, además el muchacho del que está enamorada ya tiene novia. Todo parece antagónico para la pobre Haru, hasta que un día salva a un gato de ser atropellado, pronto las muestras de agradecimiento de muy diversos felinos la metarán en problemas, hasta el grado que desean llevarla al reino de los gatos para casarla con el príncipe como máxima muestra de gratitud. Haru es aconsejada por una voz misteriosa para que vaya a la oficina de asuntos felinos, ahí podrán resolver el problema, aunque el reino de los gatos no dejará ir a su futura princesa de ningún modo.
La trama se puede dividir en dos segmentos, las aventuras en el mundo humano y las aventuras en el reino de los gatos. Hay grandes diferencias entre lo mostrado en uno y otro lugar. En el mundo humano el retrato de los gatos se ve envuelto en misterio, los gatos se muestran como criaturas de un entendimiento y usos muy diferentes a los humanos. La escena de la comitiva felina visitando a Haru, por ejemplo, tiene algo de inquietante, incluso parece una versión felina del desfile nocturno de los cien monstruos. Al contrario en el reino de los gatos, los felinos se humanizan, dejan su faceta más sombría y se comportan como una corte extravagante, un tanto similar a la Reina Roja y su corte en Alicia en el País de las maravillas.
Además de los gatos, la película presenta otros contrastes marcados, quizás el más notable es el ritmo. En el mundo humano todo se desenvuelve con calma a comparación del frenético espectáculo que es la segunda parte de la animación. Esto se nota en la presentación de los hechos, pues en la segunda parte cada hecho es presentado pero no desarrollado, la metamorfosis de Haru, el escape, la confrontación en el laberinto, el dilema de Haru, la destrucción de la torre, la llegada del príncipe, el regreso al mundo humano, son una secuencia continua que no da tiempo de respirar. En cambio en el mundo humano se respira cierta parsimonia, no hay adrenalina, sino intriga, fascinación por mostrar lo sorprendente en un ambiente mundano.
Este ritmo frenético de la segunda parte hace que la obra se exprese con ambigüedad. El dilema de Haru se encuentra en que, al habitar en el mundo de los gatos, ella se transformará en un gato a no ser que esté segura de quién es. De hecho esto se desarrolla desde el inicio de la historia, al presentar a una protagonista que vive sin decidir nada, sólo sobrevive según su suerte y no su determinación. Incluso cuando está en el reino de los gatos aunque su idea es regresar a casa, se limita a permanecer ahí, sin ansiedad por volver. Pero este dilema más que desarrollarse, termina en una mención.
Las metamorfosis en las historias fantásticas son constantes en estos tipos de relatos, resultan ser una buena metáfora a los cambios físicos de la adolescencia y a la búsqueda de la identidad. Le pasa a Alicia con su cambios de tamaño, a Bilbo Bolsón con el humor cada vez más sombrío que le da el anillo o Bastian Baltazar Bux en un mezcla mixta de cambios físicos y emocionales. En Haru esto pasa, mas no tiene una importancia real, en cuanto cruza al mundo humano regresa a su forma original sin ningún problema, como si eso de saber quién es no fue tan importante como lo fue cruzar el portal. Y es que en general Haru no tiene una transformación de su propio ser, incluso esta búsqueda se plantea de forma vaga, parece que sólo fue una aventura que sirvió para levantar el ánimo de la protagonista.
Los múltiples viajes fantásticos que he citado, no significan solamente una aventura llena de emociones, también son encuentros con mundos desconocidos, crudos, crueles, monstruosos; Bilbo encuentra la guerra, los monstruos, la ambición, las penurias de viajar, el no sentirse parte de un grupo, y con ello sentirse usado; Bastián encuentra su cobardía, su crueldad, la paranoia, la traición, la ambición y la soledad. En Haru no hay como tal un encuentro con estas emociones monstruosas, además los antagonistas son rivales cómicos, que se derrotan por sí solos, y la psicología de los personajes no llega a ser muy explorada, no hay contacto con las facetas más oscuras de la existencia. Es esto por lo que digo que Haru no tiene una motivación para salir del mundo de los gatos y definir quién es, pues en parece que si fuera por la protagonista pasaría la vida en aventuras con Barón y compañía por mundos fantásticos.
En cuanto a su relación con Susurros del corazón, se trata de una sensación agridulce. Personajes como Barón, Muta y Toto en realidad tienen una buena participación, son carismáticos y todo el grupo tiene una buena dinámica. El problema es que se presentan a estos personajes en una historia que no es la misma que se menciona en Susurros de corazón, lo cual decepciona, porque ese hipotético viaje de Barón por mundos fantásticos en pos de reencontrarse con su amada, en los pocos minutos que se pudo ver resulta más llamativo que el soso reino de los gatos.
La película falla como relato formativo fantástico, pues no logra desarrollar a todo su potencial las características del género, tampoco plantea algo distinto a este. La parte que tiene más encanto es la primera en el mundo humano, pues el contraste entre los usos gatunos y la vida cotidiana sorprende más que todo el espectáculo del resto de la historia. Otro gran acierto es el carisma de sus personajes, que junto a su comedia hace muy grata la experiencia. De ahí en más es una aventura divertida, aunque sin mucha profundidad.
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