Ir al contenido principal

Puedo escuchar el mar, una historia de amor sin enamoramiento

En vísperas de una reunión con viejos compañeros de clase en su pueblo natal, Taku Morisaki recuerda la gris etapa de su vida cuando conoció a la misteriosa Rikako Muto. Ella es una muchacha que llegó a mitad de ciclo escolar, y que, pese a su éxitos académicos y deportivos, está desinteresada y desadaptada al ambiente escolar. El mejor amigo de Taku, Yukata Matsuno, se enamora de la nueva estudiante, en una de las conversaciones entre Yukata y Rikako, él presume de su amistad con Taku, a quien califica como una persona confiable y trabajadora, hecho que hará que Rikako le pida ayuda. Cada favor que hace Taku a Rikako es una ventana que deja ver la compleja vida de la muchacha, pero también una serie de problemas en la que queda inmerso el protagonista. 



  Se trata de una historia simple, pero funcional, para bien y para mal, para bien porque no hay ningún elemento que no sea explorado, todos tienen un fin, contribuyen al desarrollo de la obra por más modestos que parezcan; y para mal porque la obra en sí es una experiencia plana, que no da esos misterios a medio contar para indagar, lo mostrado es todo lo que hay. Siendo una experiencia que no tiende a la maravilla del espectador, un drama adolescente sin clímax, cuando se llega al momento de mayor tensión la trama da un salto de tiempo. Con una focalización más centrada en momentos muy particulares de los personajes que en un desarrollo general del conflicto. 

Todo en la película transcurre en las sutilezas emocionales de sus personajes. Taku es un tipo bien intencionado que no le cuesta ayudar a otros, de hecho esto ocasiona la convivencia entre Rikako y él. Taku ayuda siempre que es necesario y Rikako tiene un sinnúmero de problemas, lo más predecible bajo este molde es que Taku se convirtiera en el caballero al rescate de la dama en peligro, y el conflicto sea un debate entre el amor y la amistad. Sin embargo las cosas no son así, pronto Taku encuentra más matices, no es un héroe, ayudar a alguien que no le agradece se vuelve en un juego de orgullos heridos, de una empatía que se desvanece ante la perplejidad de una persona que está ahogada en sus problemas y no ve más allá de eso, que parece que lo usa y manipula sin ningún reparo. Taku pasa de ser un héroe empático a un insensible, no por maldad, sólo confundido entre la ambigüedad de su propia situación.    

Rikako tiene un desarrollo similar. En un inicio es presentada como la manzana de la discordia de una formidable amistad, que parece usar a ambos personajes según su conveniencia. Sin embargo durante el viaje el Tokyo, el personaje deja de ser un misterio con aires de femme fatale para humanizarse. En ese viaje descubre que su padre no piensa en ella, que sus viejos amigos tampoco lo hacían, y ella finalmente se quedó por completo sola y decepcionada de toda convivencia social. Se encierra en sí misma a modo de enfrentar su situación, o por lo menos de evitar ser más lastimada. 

 


El viaje que parecía unir a ambos protagonistas los separa, ninguno puede ver al otro entre la neblina de problemas en la que se encuentran. Taku al ser fiel a su amigo, desoye sus propias emociones, encuentra en la indiferencia y el ensimismamiento de Rikako un modo de separarse de ella. Rikako está herida, decepcionada, y sólo puede huir, incluso de esas personas que le han ayudado. Ninguno de los personajes sana sus heridas, sólo el tiempo lo logra. 

El miembro faltante de esta trinidad es Yukata, el más discreto de los protagonistas, pues sus actos en su mayoría son dejados en una elipsis, aunque no por ello sea menos importante. Se envuelve en un problema opuesto que el de su amigo, él no penetra en las emociones de las dos personas que más estima. Mientras Taku podría entender la situación, pero se limita en la acción, Yukata no puede entender nada, aunque su disposición para actuar sea más grande que la del resto de personajes. De igual forma se opone a Rikako, él no intenta ensimismarse, pero la fidelidad a sus emociones y la falta de entendimiento lo convierten en alguien incapaz de convivir con Rikako y Taku. Pese a que no participa mucho, y tal vez debió hacerlo más, es un buen complemento para lo desarrollado con Taku y Rikako. 

De hecho, en menor medida, gran parte de los personajes secundarios comparten este proceso. Sus problemas emocionales nublan su empatía, de forma que su egoísmo termina por herir a las personas a su alrededor. Y ninguno es una mala persona, sólo no tienen una buena visión, por lo que sus actos terminan por ser desafortunados. Los minutos finales de la película son un cierre perfecto en este sentido, pues muestran a los personajes cuyas cicatrices ya han sido sanadas por el tiempo, ya lograron perdonar y perdonarse, lo que resta es dar el siguiente paso a las experiencias que se les negaron en la juventud. 


Present day, present time, hahahaha

Y eso es Puedo escuchar el mar, una película que en su mesura encuentra su encanto. Sólo muestra lo necesario para contar su historia, lo que en cierto modo la hace una experiencia monótona, e incluso insatisfactoria si se considera que es una obra de represiones, una historia de amor sin enamoramientos, una redención de Rikako que sólo se menciona, hay un buen número de temas que se sugieren pero que no se dejan salir. Sorprende por evitar las moralejas, no juzga en ningún momento a sus personajes, el enfoque es empático incluso cuando los actores muestran sus facetas más egoístas. Diría que es una película exacta en cada una de sus partes, pero poco contundente, muchas veces se conforma con sugerir en lugar de mostrar, incluso deja todo el clímax en una elipsis, por lo que incluso la parte final podría ser inverosímil si no se está dispuesto a rellenar huecos. 

Me llama la atención el director de la obra Tomomi Mochizuki, en otras ocasiones ya hablé de un par de películas que también dirigió, Kimagure orange road: Quiero volver a ese día y la película de Maison Ikkoku. Ambas me parecieron buenas películas, que complementan y dan un buen cierre a lo que proponían sus respectivos animes. Y eso es lo que me llama la atención, son obras buenas en cuanto a que ayudan a cerrar cabos sueltos de una obra previa, Puedo escuchar el mar por todas sus elipsis deja esa sensación, que es un complemento, pero sin una obra previa a la cual aportar. De hecho creo que pasaría lo mismo si se viera las películas de Maison Ikkoku y Kimagure orange road sin el contexto que les proporcionaba el anime, incluso en las críticas que realicé de las obras mencionadas hay pocos comentarios sobre sus virtudes individuales. Es un caso curioso, donde los vicios de un director son virtudes en obras con un objetivo distinto. 




Comentarios

Entradas populares de este blog

Urusei Yatsura, la historia del electrificante amor posesivo interplanetario

Urusei Yatsura cuenta la historia de Ataru Moroboshi, un estudiante libidinoso, glotón, terror de los vecinos, vergüenza de sus padres, peligro para las mujeres, entre otras características, quien termina siendo elegido al azar como el único defensor de la Tierra ante una invasión alienígena. Deberá jugar atrapadas con una extraterrestre de electrificante personalidad llamada Lum, si logra tocar sus cuernos en el transcurso de diez días los invasores dejarán la Tierra, sin embargo el futuro se ve desalentador para los humanos ya que Lum puede volar. En vísperas de la conclusión del juego, Shinobu, la novia de Ataru, le promete que si gana se casará con él, Ataru motivado hace uso de su ingenio y logra tocar los cuernos de Lum, grita emocionado que se casará, la invasora malinterpreta ese festejo con una propuesta de matrimonio, la cual acepta gustosa. A partir de ese momento Ataru se ganará el odio de la mayoría de las personas, ya sea porque Lum ocasiona problemas en la Tierra que ca...

Kimagure orange road, una historia de adolescencia naranja

Kimagure orange road es un anime de cuarenta y ocho episodios, donde se muestra la adolescencia de Kyosuke Kasuga, un joven indeciso que al mudarse de ciudad se enamora de la misteriosa Madoka Ayukawa, una chica que cambia de personalidad constantemente y sobre la que se cuentan muchos rumores que la etiquetan como una rebelde juvenil. Por si fuera poco, la mejor amiga de Madoka, Hikaru, se enamorará por capricho de Kasuga, y comenzará una relación con él, de la cual Kyosuke no podrá librarse por su falta de carácter. Como tal eso es la serie, un vistazo a la adolescencia desde un falso triángulo juvenil, y digo falso porque no hay una tensión o cuanto menos una confusión sentimental, todo lo contrario, desde el inicio el protagonista sabe que está enamorado de Ayukawa, pero el triángulo se mantendrá por las inseguridades de los personajes, mismas que se desarrollarán a lo largo de la serie, además de servir como el núcleo para las situaciones cómicas y para las tramas de muchos episo...

Kids on the slope, no escuchar música, vivirla

Dudo que exista una forma definitiva de escuchar música. Cualquiera podría pensar que lo mejor es sentarse en un lugar cómodo, cerrar los ojos, poner atención a cada nota, a cada cambio de tono, a las distintas dinámicas en las que juegan los instrumentos, mientras el espíritu elucida el placer más elevado de la experiencia estética. Lo que tal vez funcione para un erudito del sonido, pero hay tanta diversidad de música que es lógico que deba haber una cantidad igual de dinámicas para apreciarla. Como escuchar una de esas melosas canciones de pop ochentero, con su energía y su diversión levantan el ánimo para realizar las tareas más terribles como lavar trastes, sería extraño apreciarla con el método anterior.  Sin embargo no escribo esto en favor de la diversidad, sino para señalar las opiniones que simplemente no entiendo. Me parece un lugar común en general de la música y en particular del jazz, el que se les señale como productos de relajación, casi como pastillas somníferas a ...