La gran mayoría de las veces entre análisis de la trama, de los protagonistas, de sus relaciones, se me va el tiempo sin hablar de los personajes secundarios, salvo en generalidades o porque es inevitable explicar algo sin mencionarlos. No se trata de una pérdida tan grave, al menos en mi intento de crítica el ideal no es una descripción minuciosa, sino una mirada amplia al funcionamiento de la obra y a lo más destacable. El problema llega cuando el papel de una buena porción de secundarios tiene un rol que destaca, si algo hay Maison Ikkoku son personajes con carisma que, aún sin figurar mucho en la trama, son encantadores. Me gustaría revisar algunos de los casos en que siento que los personajes secundarios de este anime hacen más grande la historia en la que viven, sin formar parte del conflicto de la trama.
Shun Mitaka
Mitaka se presenta como el rival de Godai, también está enamorado de Kyoko. Es un maestro de tenis, con una vida llena de triunfos, ya que ha tenido cierto éxito profesional en ese deporte, además de un auto, un gran apartamento y en general una solidez económica que es amenazadora para Godai, incluso Mitaka es más guapo, en todos los aspectos resulta una mejor opción para Kyoko. Pareciera que Mitaka controla cada aspecto de su vida, esto lo confirma cuando decide dominar sus miedos. Mitaka tiene una fobia a los perros, la cual lo rezaga en su relación con Kyoko debido a Soichiro, mascota de la protagonista y recuerdo más significativo de su difunto esposo. Al notar que no podrá avanzar en esa relación si no supera su fobia, se encierra durante una temporada con un perro hasta vencer sus temores, y lo logra.
¿Cuál puede ser el conflicto de un personaje que es capaz de controlar sus miedos? Si su virtud es controlar todo, el momento de crisis llega cuando suelta las riendas de su vida y otros terminan decidiendo por él.
En un intento por dar un paso sólido en su relación con Kyoko, Mitaka planea hacer lo necesario para que Kyoko se decida a casarse con él, para ello recurre a la amistad de los padres de la protagonista, quienes también desean que su hija deje la pensión y busque algo mejor, por si fuera poco también logra que la casera sienta culpa por no decidirse. Bajo este estado de presión y culpa , Mitaka intenta convencerla de que se case con él, forzando la situación todo lo posible, sin embargo el plan de Shun fracasa, Kyoko no está lista para un cambio y, aún si lo estuviera, no comparte los sentimientos del tenista.
Por otra parte el tío de Mitaka intenta arreglar un matrimonio entre su sobrino y la hija de uno de sus clientes, Asuna Kujo. Pese a que Mitaka no está interesado, Asuna malinterpreta los sentimientos del tenista por su escasa convivencia con otros hombres, cualquier muestra de amabilidad la toma con un gesto de amor. Pronto Shun entra en crisis, aunque ya superó sus miedos y tiene todo para que Kyoko lo ame, parece que no está cerca de ese futuro. Por si fuera poco, no puede librarse de las intenciones de su tío, por más que se niega a casarse con Asuna.
Bajo todas estas presiones una noche Mitaka llega borracho a casa y encuentra a Asuna esperándolo, él cae inconsciente, ella pasa la noche cuidándolo, mientras tanto el perro de Asuna y el de Mitaka se aparean. Días después de esa noche, de la que Mitaka no se llevó ningún recuerdo, Asuna le comenta del embarazo, le recuerda que no debe preocuparse pues ella misma puede hacerse cargo. Se refiere a los perros, pero él lo malinterpreta y decide oficializar el matrimonio como una forma de asumir su responsabilidad. Conoce la verdad cuando la boda ya le parece un hecho inevitable, y sólo se limita a aceptar cabizbajo sus próximas nupcias.
En una visita a los padres de Mitaka, Asuna ve una foto de su futuro esposo, en ella es un adolescente, sostiene un trofeo con una sonrisa, ella cree que ganó la competencia, sin embargo Mitaka cuenta que se trataba de un segundo lugar. A todos les parece extraño que afrontó la derrota con una sonrisa. Asuna al ver el trofeo en cuestión observa una abolladura, entonces deduce que la falsa sonrisa que tenía en la foto es la que hacía desde que se preparaba la boda. Le comenta a Mitaka que le gustaría verlo feliz, así él se da cuenta que no puede vivir como si se hubiera quedado con un segundo lugar y se propone ser feliz junto a Asuna, dejando atrás sus sentimientos por Kyoko y la sensación de que se casará por un error.
Hay varios rasgos interesantes en la vida de Mitaka. Retoma desde una mirada más realista un recurso muy usado en las obras de Rumiko Takahashi, los matrimonios arreglados. En Mitaka se observan algunos de los problemas que se originan en esta situación, la frustración por no tener el control en un aspecto tan personal como lo es con quien casarse, o lo desagradable que es afrontar la presión familiar y social para aceptar algo de lo que no se está seguro. Es una visión distinta, como si Ranma y Akane jamás hubieran querido estar juntos. Le da algo de complejidad a Mitaka, pasa de intentar forzar un matrimonio, a sufrir las mismas circunstancias y conocer lo terribles que son.
Aunque se pierde algo de esa complejidad cuando sólo es un matrimonio forzado para una de las partes. Asuna es un personaje irreal, se enamora de Mitaka al instante, no tiene ninguna clase de conflicto con él. En cierta forma es un personaje simple, su personalidad se resume en una chica muy tímida que ama a los perros, y su mayor conflicto a lo largo de la serie es su intento por aceptar los sentimientos no correspondidos del tenista. En sí es el típico personaje que está para enamorarse, algo inusual en la serie, pues casi todos los personajes que se enamoran en la historia tienen una personalidad más compleja.
Además, toda la historia de Mitaka permite conocer porque Godai y Kyoko se quedan juntos, Godai no intentó forzar su amor, en cuanto creía que ella quería a alguien más, se alejaba sin interferir. Aún así Mitaka tiene una evolución, crece, deja esa idea de que la vida es una competencia donde siempre gana, a vislumbrar que incluso en las mejores condiciones hay circunstancias adversas que no se pueden controlar. Mitaka puede ser feliz junto a Asuna, y ver a Godai y a Kyoko como amigos justo porque evoluciona como personaje, aprende de todo lo que vivió y sabe aplicar ese conocimiento.
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Moraleja: esterilicen a sus perros |
Kentaro Ichinose
Kentaro es hijo de la señora Ichinose, de la cual se siente avergonzado por su carácter fiestero y sus aficiones a la bebida y al chisme. De hecho él no quiere ser parte de los extravagantes inquilinos de la pensión, que viven de una forma demasiado inusual, completamente opuesta al resto de los niños de su edad, para escapar de ese ambiente toma distintos pasatiempos como el béisbol. Sólo se puede entender con Kyoko, a la que considera la única persona normal en el edificio, y Godai, a quien le gusta molestar y con quien comparte algunos rasgos de su personalidad. Al igual que Kentaro, Godai no tuvo una infancia divertida como la de muchos chicos de su generación, por tanto muchas veces invita a salir de la rutina a Kentaro. Ambos suelen enfrentar desventuras similares, incluso hay una relación paralela, al mismo tiempo que Godai se enamora de Kyoko, Kentaro lo hace de Ikuko, sobrina de la protagonista, sin ningún éxito en ambos casos.
Y más o menos esa es toda la participación de Kentaro, conforme avanza la historia Kentaro poco a poco es desplazado, mientras vemos que Ikuko pasa de ser de una niña a una adolescente a punto de entrar a la universidad, Kentaro se mantiene como un niño en toda la serie. De igual forma todo el crecimiento de Godai ya no encuentra su contraparte en el hijo de Ichinose. Kentaro es uno de los personajes que tienen todo para ser importantes, pero conforme avanza la historia se quedó rezagado sin muchas razones. El progresivo cambio de género de la serie fue al final de cuentas lo que lo desplazó, de tener protagonismo en gran parte de los episodios a participaciones breves y sin relevancia.
Aún así es un personaje con importancia, es el primer indicio y la muestra más evidente del talento que tiene Godai para entender a los niños, pese a que no se llevan bien en un inicio, lo que incluso hace más natural su posterior amistad. Además que llegó a mostrar más conflictos y más personalidad que muchos otros personajes secundarios que se mantuvieron constantes en toda la serie, Kentaro tiene un puñado de preocupaciones y de metas que lo hacen más llamativo. Su relación con sus padres es interesante, pues es una relación de matices, no es que tenga unos padres terribles, sólo que algunos de sus aspectos le resultan incomprensibles, como que para ellos cada momento es una excusa para beber.
Otro punto importante es su similitud con otros personajes de obras de Rumiko Takahashi, como Ten en Urusei Yatsura o Shippo en Inuyasha, los tres tienen más o menos el mismo carácter y función, son los niños malcriados que constantemente hacen rabiar al protagonista, además siempre están protegidos por las chicas, dígase Lum o Kagome. Mas Kentaro tiene algo interesante, es un niño común, desea vivir una vida como cualquier otro chico, tiene una relación compleja con sus padres, tiene sus inseguridades, en general se puede decir que es el más complejo en este tipo de personajes, sin embargo a diferencia del par Ten/Shippo, ellos tienen mucha más exposición en sus respectivas obras.
En general Kentaro significa un punto donde se unen muchos temas llamativos, pero son cortados con el enfoque cada vez mayor en el romance de los protagonistas. De alguna forma es justificable, la gracia de la obra es su madurez, cómo Godai se convierte en adulto y enfrenta problemas, y visto desde ese punto, observar a Kentaro afrontar los problemas de adolescencia y la niñez llega a sentirse como una versión deslactosada del conflicto principal de la serie. Aún así no puede dejar de pensarse como un personaje con potencial que no llegó a desarrollarlo.
Yukari Godai
Yukari es la abuela de Godai, a quien visita constantemente. Fue la responsable de la crianza de Yosaku, y esa labor la mantiene incluso en la vida adulta del protagonista, en muchas ocasiones elabora planes enrevesados para enseñarle alguna lección, por ejemplo organiza una visita a la casa de Mitaka para que Godai pueda entender que aún con todas las ventajas económicas del tenista, no debe mermar sus ánimos, pues el amor de Kyoko no dependerá de eso. Yukari tiene un gran aprecio por su nieto, de quien conoce todos sus defectos y virtudes, constantemente lo compara con su abuelo, quien tenía un carácter muy parecido. A pesar de todo tiene un lado menos solemne, se divierte a la par de los otros habitantes de la pensión y se vuelve el alma de las fiestas en la habitación de su nieto.
La abuela de Godai es uno de esos personajes que pasan desapercibidos durante buena parte de la historia, pero cuando se ve en retrospectiva es la responsable de la evolución de muchas de las situaciones de la serie, incluso se puede decir que la trama se mueve porque ella sabe redirigir las situaciones a sus puntos correctos. Al inicio se plantea como un personaje más en la Maison Ikkoku, alguien que se unirá a la divertida labor de hacer imposible la vida de Godai, sin embargo siempre ayuda su nieto de alguna forma, no hace las cosas por él, en cambio lo guía por caminos que él jamás hubiera pensado cruzar.
Yukari es quien más conoce a su nieto, sabe que es sumamente indeciso, que es demasiado sensible e incluso a veces inseguro. Cada vez que lo ve intenta replantear muchas de las problemáticas en las que Godai está atascado, lo lleva a casa de Mitaka para que se de cuenta que, aún con las mejores condiciones económicas que cuenta su rival, no debe sentirse relegado; le organiza una cita con Kyoko para que pueda conocerla realmente; le cuestiona sobre si realmente quiere a Kozue; patrocina por completo su boda. En gran parte de los conflictos que vive el personaje, tiene ayuda de su abuela, y en los que no participa son en aquellos que debe solucionar por sí mismo. Ver a Yukari ayudar cuando puede, dejar que Godai enfrente algunas cosas por sí mismo y divertirse a su costa algunas veces, la convierten en una figura paternal destacable.
Los señores Chigusa
Los señores Chugusa son estos personajes antagónicos que terminan mostrando muchas razones para justificar su comportamiento. Son los padres de Kyoko, quienes se encuentran inconformes por la vida que ha tomado su hija, en primera por su temprano matrimonio, en segunda porque Kyoko no volvió con ellos tras la muerte de su esposo, sino que se empeñó en vivir en la Maison Ikkoku y seguir usando el apellido Otonashi.
La madre de Kyoko desea que su hija continúe con una vida más provechosa, y como no cursó la universidad debería casarse nuevamente, para la señora Chigusa ser casera de una pensión no asegura ningún buen futuro. Ella tiene una relación algo conflictiva con su hija, puede criticarla sin reparos o intentar manipularla. Por otra parte el padre de Kyoko es sobreprotector, le gustaría que Kyoko estuviera junto a él por el resto de su vida, como si fuera eternamente una niña, en cierta forma es más comprensivo, pero no acepta que su hija ya creció y está muy alejada de la etapa infantil. En un inicio ambos cooperan para hacer salir a Kyoko de la pensión, sin embargo conforme pasa el tiempo tienen que resignarse.
Hay una gracia en el conflicto de esta familia, y es que cada una de las partes desea algo muy distinto e incluso contradictorio con los otros miembros. La madre desea que su hija siga su vida bajo un plano rígido, que se case, sin entender que después de Soichiro Kyoko necesita una pausa; el padre en cambio quiere que ella no crezca y olvide todo lo que ha aprendido lejos de su casa. Kyoko tampoco comprende a sus padres, en sus palabra no estuvieron con ella cuando se casó y tampoco lo hicieron cuando murió Shoichiro, se siente abandonada y no puede ver que en las acciones de sus padres, hay una preocupación por ella y un intento por volver a ser parte de su vida.
Curiosamente esta relación tan tensa encontró su solución de una forma casi desapercibida. Los padres de Kyoko para el final de serie pueden comprender que su hija lleva un ritmo atípico para su vida, no por eso peor. La señora Chigusa pasa de usar estrategias muy severas para regir la vida de su hija, a observarla sin ninguna clase de expectativa, a entenderla en silencio y limitarse a ver su crecimiento. El señor Chigusa también puede ver que su hija está más cercana a un segundo matrimonio que a volver con él, entiende que su hija debe alejarse de él si quiere crecer y la mejor forma de ayudarle a dar ese paso es apoyarla en su decisiones.
Me gusta cómo las relaciones con sus padres nos habla de los protagonistas. Yusaku es indeciso e inseguro, su abuela por tanto lo ayuda a elegir, le muestra las formas en que debe afrontar la vida, muchas veces motiva ese empujón que necesita. Kyoko es segura, ha madurado a golpes, pero esto mismo hace que sea severa en muchos sentidos, tanto con otros como consigo misma, el perdón que le da a sus padres es paralelo al que se da a sí misma, Kyoko tiene que dejar de ser tan severa consigo misma y abandonar su luto, y estos conflictos se reflejan en sus padres, la severidad de su madre y la negación a crecer de su padre. Kyoko se da la oportunidad de amar una vez más, a la par de que le da una oportunidad a sus padres. Por lo general la figura del padre en el anime está muy polarizada, son muy malos, no existen o son santos, Maison Ikkoku destaca por estas figuras paternales matizadas, con sus defectos y virtudes, que tienen sus propios conflictos, intentan dar lo mejor a sus hijos, pero no saben cómo, podría decir que Maison Ikkoku es uno de los pocos casos en el anime en que se da humanidad a la figura paterna y materna.
Y estos fueron algunos de los personajes destacables de Maison Ikkoku. Siempre es agradable ver esas obras en las que cada elemento que presentan sirven como un nuevo enfoque para entender la obra, este es uno de esos casos, al ver a los personajes secundarios obligatoriamente los hechos de la obra y los personajes tienen más matices de complejidad. Intenté hablar sólo de los que consideré más importantes, aunque en este caso muchos de los secundarios son capaces de crear este efecto.
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