Recuerdo un libro que reflexionaba sobre la compresión lectora, decía que aquellos lectores experimentados son los que pueden leer al mismo tiempo que comparan con diversos textos. Desde ese
punto de partida me comencé a discutir sobre las distintas posibilidades de aquella idea, me cuestioné qué tan cierta era. En primer lugar están esos textos que siguen un molde, un caso destacado, y terminan
siendo no más que el reflejo de aquel, dígase el bets seller del año y la
avalancha de obras que quieren aprovecharse de la tendencia, en este caso no se necesita ser un buen lector, al ser libros con contenido similar, no es difícil hacer una comparativa. Pero también podría estar el caso de que la comparativa sea hecha por las sensaciones que causaron al lector, si un libro deja enganchado o no, tampoco me parece criterio para decir que es obra de un buen lector. Encontré un sentido más acertado al pensar si un texto expone una realidad, una ideología, una forma de
vivir o un pensamiento que pretenda ser verdad, todo lo que esos libros nos indican se termina reflejando en otras lecturas, ya sea
al ver un trastorno psicológico y encontrarlo en un personaje, un contenido certero, objetivo o que por lo menos requiera llegar un tanto más lejos de lo que la lectura indica.
Por
lo general, mis comparaciones entre lecturas no llegan a ser numerosas. En su
mayoría son con aquellas obras que considero en verdad buenas, las que me hacen
pensar en más de un texto. Considero que esto es causa de la variedad de
contenido tenga una obra. Tanto así que permite ser vista por diferentes facetas,
ser comparada con otras cosas y su cantidad de cualidades abarca muchos
campos. Casi siempre son aquellos libros considerados grandes clásicos, digamos
los Miserables, o aquellos que intentar analizar algo de forma
minuciosa, pero no se queda en especificaciones, sino que del
contenido mismo se puede entender algo general o amplio, digamos La Republica. Con medios audiovisuales
o visuales, me es un poco más complejo. Ya no se trata de saber las formas del
relato, gran parte de la comunicación y del sentido que una obra quedará
sustentada en lo que se ve y oye, lo que aumenta su complejidad, pues se debe ser consciente
de los significados del lenguaje visual y auditivo, no sólo entenderlos por elementos separados, sino ser capaz de analizarlos, interpretarlos y encontrar las relaciones entre ellos que llevan a ver la obra como una unidad.
Lo
anterior es interesante, en especial con esas obras visuales que son
tan grandes en su relato, sin necesitar apoyo de su parte visual. Mi ejemplo será Vagabond,
manga biográfico del legendario samurái Miyamoto Musashi. Las primeras
comparaciones que le pude hacer fueron bastante superficiales, tan sólo veía
cierta rebeldía en el protagonista, una ilustración realista que desafía a lo estándar y situaciones algo inverosímiles. Luego terminé llegando a la idea que
se trataba de una rebeldía similar a los protagonistas de Hernan Hesse, dejando esa afirmación como mero juicio de valor. Si bien la historia hacía constantes referencias a ser una bestia entre los hombres, jamás me llegó a la
mente que se tratará de una aproximación al Lobo
Estepario. Fue el desarrollo del protagonista, su planteamiento,
su vida, sus acciones y características lo que me recordaba a Hernan Hesse, la
primera obra que llegó a mi mente fue Siddhartha.
Ambos protagonistas eran idénticos. Sus formas de aprender consistían en la
apreciación de la naturaleza, se ensimismaban en ella, como si leyeran sus
secretos y cada conocimiento obtenido era gracias a descifrar los pequeños mecanismos. También comparten la separación que
tienen al inicio con su más grande amistad de la infancia. O el ego que
correspondían con los triunfos, llegar lejos, aun así estar consiente del camino tan largo que faltaba superar.

Me hubiera bastado esa analogía, pero se
trata de un manga largo con muchos conflictos, por lo que en mi experiencia a penas significaba un inicio. El protagonista Takezo o Miyamoto Musashi, es
algo particular, pues en su viaje parece encontrar distintas filosofías de vida
y cada una en su momento se muestra capaz de explicar la realidad de forma definitiva, mas en el avance de la historia se discute cada
uno de sus ideales. Comienza en un punto muy cercano al darwinismo social,
comportándose como una bestia, viendo a la batalla como la única forma de vivir, obsesionado con ser el más fuerte y desprecia existir si
alguien más poderoso también lo hace. Tras su primera derrota, cambia a un
punto más cercano al súper hombre de Nietzsche. El hombre que se ata a sus
ideales, que no acepta compasión, ni la lástima, que busca cualquier forma de
superarse, de cierta manera seguir su ideal es la meta. Su actuar
cambia del odio, rencor y miedo a la aceptación de lo que tiene, a mejorar y
seguir adelante. Paralelamente, las batallas sufren cambios, el espectáculo
brusco y sangriento se transforma en una lucha de un solo ataque, de amplia
reflexión, donde hay varias estrategias y existe influencia del impacto psicológico, en general
un combate inteligente y racional. También se dejan ver detalles en la personalidad de Takezo que pasan inadvertidos, como que no siguió una educación en el arte de la espada, más bien todo lo consiguió de la práctica, la autocrítica, el empirismo y el análisis.
No tenemos que conformarnos ni sentirnos satisfechos con lo que el mundo nos ofrece, sino tenemos que ser hombres guerreros que miran y actúan con grandeza de alma; no acobardarnos por miedo a luchar, no buscar la paz por temor a enfrentarnos, sino la guerra constante contra lo mediocre; no pretender ser hombres que obedecen ciegamente a la sociedad, sino siempre cultivar con ingenio, la creatividad, el virtuosismo en un sentido especial..¹
Cualquiera
vería la obtención de esas características como el termino del camino, pero de
nuevo Takezo duda, ante la idea de la muerte y del valor bajo de la vida,
ante perder el orgullo e ideales por tan sólo vivir un día más, inicia una consideración sobre la importancia de la gloria. Se abre una nueva pregunta sobre ser el más fuerte: ¿En realidad hay gloria en
ello o se trata de una simple ilusión? ¿una vez terminada la batalla,
desaparece todo? En esta etapa el concepto clave es la duda. Ya no
se trata de plantear algo, sino valorar cada posibilidad que hay en la vida, es
el retorno a la persona que se era antes de iniciar el camino del héroe.
Regresar un poco para saber cuál era la intención original del viaje, y si no
dejó atrás aquellas cosas que eran imprescindibles, que hacían feliz o que le
daban sentido a todo.
Hay
un arco argumental que me llama la atención. En primera instancia porque al
leerlo pude sentir como se recreaban muchas de las emociones de desolación,
miseria y soledad que sólo había vivido leyendo a Rulfo, en especial me recordó
el cuento "Luvina". Pues se trata de
Musashi quedándose en un pueblo que no deja ninguna esperanza de mantener la vida, donde el cultivo no crece y las lluvias son fatales. Por primera vez en la historia el objetivo del
protagonista no es matar o pelear, sino sobrevivir ante una naturaleza que no
da oportunidad alguna. Mientras el pueblo muere de forma paulatina, él
trabaja la tierra día y noche para poder sembrar. Surgen esperanzas
que desaparecen cuando todo parece que al fin va mejorar. Un pueblo que lo
toma a loco, pero ante la desesperación comienzan a trabajar a su lado, sólo
para volver a fracasar. Lo que llegó a ser un gran samurái se convierte en un agricultor desnutrido. El arco no sólo refiere a intentarlo y arriesgarse, como la mayoría
de las historias, sino a fracasar tantas veces que la esperanza se convierta en
nada. Se muestran dos mensajes contrarios, pero complementarios: la primera ayuda siempre recae en hacer algo por uno mismo, en cuanto al pueblo; y que hay
problemas que no pueden ser superados con la fuerza de uno solo, hay ocasiones en que la vida está a punto de perecer y no vale el
orgullo, se trata más bien de pedir la ayuda al prójimo, de rogar por compasión
y calidad, esto en cuanto al protagonista.
Vagabond es capaz de llevarnos por todas
esas concepciones, caminos y sentimientos con sólo un personaje, porque hay
muchos más personajes que tienen una importancia y un desarrollo igual de
profundo que el protagonista. Kohiro y su comportamiento tan similar al agua,
Matahachi y el dolor del hedonista o Kohei perdido entre la muerte y el mundo
absurdo, cada personaje tiene una evolución, conflictos internos y madurez, que
hacen recordar a muchas formas de vivir, muchas teorías filosóficas e
ideologías, mismas que estoy seguro que aunque no se perderían, sólo el buen lector podría comparar y entender más allá de los fines de la historia.
"Antes morir que vivir aquí" —le dice la imperiosa voz de seducción— y este "aquí" ¡es lo que amó hasta esa hora! Miedo, desconfianza repentina de lo que amaba, relámpagos de desprecio por lo que a ella significaba "deber", deseo sedicioso, voluntarioso, irresistible como un volcán, de viajar, de alejamiento, determinación, de refrigerio, de salir de la embriaguez, de tornarse de hielo; odio para el amor.²
¹.Friedrich Nietzsche, El Anticristo, México, Editores Mexicanos Unidos, 2015, p.13.
².Friedrich Nietzsche, Humano, demasiado humano, México, Editores Mexicanos Unidos, 2015, p.15.
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